Sindbad
el Marino (Sindabad en árabe quiere
decir región fértil del Sind) aparece aquí como el testigo del mundo que ha
perdido su paz. Es el prototipo de todas las novelas de aventuras posteriores y
el "Ulises" de Oriente. El deseo de riqueza y de evasión le arrojan
casi sin cesar a nuevos caminos balizados por el horror. Éste le parece
preferible al gran tedio que le acecha cuando lo tiene todo para ser feliz. Sin
duda esta insatisfacción fundamental es lo que nos lo hace tan cercano. El
secreto de Sindbad estriba en que nos convierte en asombrados espectadores de
su propia curiosidad. Nos sorprende también descubrir lo imaginario, este
universo a la vez desconcertante y magnífico: héroes fantásticos, gigantes,
demonios, monstruos marinos... El mercader, en la imaginación árabe, no es
tanto un transmisor de bienes sino un intermediario social destinado a poner en
contacto dos mundos. Es por excelencia el experimentador de otros lugares. Se
describen las rutas marítimas que recorrió Sindbad en sus siete periplos,
enumerando cada isla o tierra que tocó y la duración de cada uno de sus
magníficos viajes, el último de los cuales duró nada menos que veintisiete
años, tocando puerto en Japón. Descubrimiento de un Sindbad más cercano a la
realidad histórica, a través de las dedicadas investigaciones de un erudito
reconocido por sus traducciones de los grandes textos árabes a partir de sus
originales.
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